La cueca y la plaza del roto Chileno

Espíritu dieciochero todo el año

Sin lugar a dudas, estas Fiestas Patrias no serán iguales a como han sido tradicionalmente: el confinamiento, la distancia social y las mascarillas harán de este 18 una celebración distinta a las anteriormente disfrutadas. No habrán fondas ni estarán permitidos grandes encuentros familiares, pero no por esto dejará de ser una instancia para reencontrarnos con el espíritu dieciochero: podremos, igualmente, disfrutar de un rico charquicán, cazuela o empanada, izar las banderas, quizás encumbrar un volantín tricolor, y cómo no, reencontrarnos con nuestros ritmos y bailes, pero esta vez, fuera de los multitudinarios actos. Será una oportunidad de resignificar las Fiestas Patrias y revisar “lo chileno” en la tranquilidad de nuestros hogares.

En medio de grandes casonas, acogedores cités y casas de fachada continua de algunos barrios antiguos, es posible descubrir una mixtura social variada, donde cohabitan recién llegados y personas cuyas biografías familiares parecen estar fundadas en esos barrios. Por esto, no es de extrañar, que sigan perpetuando las antiguas costumbres de sus viejos habitantes, prolongadas orgullosamente como forma de vida a las nuevas generaciones, generaciones que no renuncian a dejar su impronta en lo recibido. Zócalos, cornisas y llamativos alfeizares ornados de coloridas flores, son el escenario que cobija una cultura rica en tradiciones que vive camuflada en el apuro diario, pero donde el espíritu dieciochero no solo se expresa en septiembre, sino que permanece vivo durante todo el año.  Los barrios típicos de Yungay y Brasil, en el centro de nuestra ciudad, son ejemplos de lugares que han logrado mantener vivas nuestras tradiciones. Para corroborarlo solo hace falta acercarse y ver, y oír. 

Una de las expresiones más llamativas de nuestra cultura son la música y los bailes a lo largo de todo nuestro país: el trote tarapaqueño, el costillar o una cueca chilota, son algunas de las melodías que nos remiten a nuestras raíces, haciéndonos cantar y bailar, contagiando alegría. Si bien los ritmos son diversos de región en región, la cueca y sus variaciones recorren de punta a cabo toda la extensión de nuestro país..

En este mundo globalizado se transmite un tipo de cultura universal de consumo masivo que amenaza con acallar las manifestaciones de cultura autóctona. Pero hay excepciones, como el barrio Yungay, cuna de ritmos campesinos y urbanos, que resiste a ceder su patrimonio.

Gonzalo Molina, arquitecto de profesión, mueblista de oficio y músico por vocación, integrante del grupo cuequero @sieteveloscuecachilenera, nos cuenta que hace ya alrededor de 10 años comenzó a participar activamente en ruedas de cueca. Cada semana, durante varios años, en los “Martes de cueca” – un espacio de expresión libre de canto, donde hombres y mujeres llegan con instrumentos y ganas de aprender –  se congregaban en el Galpón Victor Jara, frente a la plaza Brasil, y luego en la Plaza del Roto Chileno, en pleno barrio Yungay. Luego, y hasta antes de la pandemia, fueron itinerando por distintos barrios, sin embargo el objetivo era el mismo: desde alrededor de las 6 de la tarde y hasta que las velas no ardieran, personas de distintos lugares de Santiago llegaban entusiastas a compartir melodías, al son de la guitarra y el pandero. Por este motivo el vínculo con el barrio Yungay es fuerte, son lugares donde la cueca se manifiesta y se desarrolla no solo para los festejos patrios, sino que forma parte de la identidad y vida cotidiana de estos lugares.

En la Plaza del Roto Chileno vivimos muchas jornadas de canto. Hay un sentimiento de pertenencia con este barrio, porque es el Barrio del Roto Chileno, un barrio donde la cueca tuvo mucho espacio cuando se practicaba con más fuerza. En esos lugares, en los bajos fondos de Santiago, fue donde esta expresión de la cueca más popular, la cueca del pueblo chileno, proliferó, y nosotros también la hicimos proliferar. Hemos tratado de defender la cueca siempre”,cuenta Gonzalo.

Este tiempo de pandemia no ha sido fácil para nadie, y para el mundo de la cueca no ha sido la excepción. Sin embargo, la crisis sanitaria ha promovido nuevas formas de compartir y de generar espacios donde disfrutar de esta música tan nuestra, porque la cueca es comunitaria, es canto y es celebración. Los “cuequeros a la rueda” se han organizado para reunirse de manera online, manteniendo viva, pero en otro soporte, la tradición mediante rondas o esquinazos virtuales que son disfrutados por un público ávido de compartir.

“De una u otra forma siempre hemos sabido mantenerla (la cueca). Ya sea en el anonimato o tras bambalinas la cueca va a seguir, y los barrios van a  seguir manteniendo vivas las tradiciones”, agrega Gonzalo.

Si bien este año el 18 no será como imaginábamos, la cueca seguirá viva al interior de nuestros hogares. “Ojalá que las tradiciones se mantuvieran, y que nos acordáramos de la cueca no solo para esta fecha, sino que todo el año. La idea es no perder el norte y valorar nuestras tradiciones, que son tan ricas”dice Gonzalo, porque esta pandemia no nos puede quitar la cueca, la cueca es nuestra. ¡Disfrutémosla todo el año!

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